La primera película en la que vi a Gable fue en Lo que el viento se llevó. A través de Rhett Butler descubrí un actor sonriente y seductor, que era muchas cosas pero nunca un caballero.
Y ese Rhett Butler que logró encandilarme se convirtió en Gable.
William Clark Gable fue un actor cuyo talento natural y una gran dosis de suerte le abrieron las puertas de Hollywood. Primero se convirtió en un actor profesional gracias a la mediación de la actriz y directora de
teatro Josephine Dillon. Años más tarde fue Lionel Barrymore, que quedó impresionado con el joven actor, quien le puso en contacto con la Metro Goldwyn Mayer.
Una vez dentro del negocio, ni las "orejas de murciélago" que tanto le criticaron en su época pudieron impedir su éxito.
Se trataba de un actor que imponía tendencia sin pretenderlo. En Sucedió una noche, película con la que ganó un Oscar, el actor creó la moda entre los hombres de vestir camisetas de tirantes blancas al dormir (como las que llevaba su personaje en la película) cuya venta se disparó tras el estreno de la película.
A partir de 1935, el actor se disputaría con el renombrado Spencer Tracy el título de "Rey de Hollywood". Finalmente, gracias a encuesta popular, Gable ganaría un título que no le afectaría en gran medida tal y como declaró:
"Esto del "Rey" es una estupidez. Sólo soy un vago de Ohio con suerte. Sucedió que estaba en el lugar adecuado en el momento adecuado".
Con una medio sonrisa llena de secretos y ojos juguetones, Gable logró personificar al modelo varonil en muchas de sus películas, siempre con el romanticismo tierno del enamorado de fondo. En su vida privada se parecía en muchos sentidos a este tipo de personajes: se casó repetidas veces, pero cuando falleció su tercera esposa, Carole Lombard, Gable cayó en una depresión que le llevó a servir en la segunda guerra mundial y dejar el cine temporalmente.
Fue un hombre carismático con un gran magnetismo que le ayudó mucho a lo largo de su vida, y ese mismo magnetismo supo transmitirlo a lo largo de su carrera, con lo que se ganó el favor del público.
Donde la rigidez de otros actores les impedían alcanzar la simpatía de los espectadores, Gable consiguió caer bien a pesar de sus bromas y sus roles de bribón.
Moriría con 59 años, (su último deseo fue que le enterraran junto a su amor, Carole Lombard) dejando para el recuerdo la figura del hombre que intenta enmascarar su bondad con cierta torpe tosquedad y un encanto seductor.
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